Bianca, la niña que podría curar a su hermano.

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“Los médicos nos dijeron que la única posibilidad para Bernat era el transplante de células madre de la médula ósea de un hermano cien por cien compatible. Dani y yo decidimos ir a buscar a Bianca”

“Esta niña es una superguerrera. Ha llegado pisando fuerte, para comerse el mundo. Es pura energía”. Natàlia Garriga sostiene en brazos a Bianca, de seis meses. Bernat, su hermano, de cinco años, mucho más tranquilo, se entretiene con los trenes de juguete, su gran pasión. Bianca, tras un proceso de selección de embriones, podría ayudar a curarse a Bernat, quien cada dos semanas debe recibir transfusiones de sangre para paliar una anemia grave causada por una enfermedad rara. 

El proceso se ha convertido en una montaña rusa de emociones. Alegría. Miedo. Frustración. Presión. Esperanza. La felicidad por el nacimiento de Bianca coincidió con la muerte de la madre de Natàlia y por el camino Dani Llamas, el padre, perdió su trabajo. “Todo ha sido muy complicado, se han acumulado tantas cosas… Pero al final, dentro de la mala suerte, tenemos buena suerte”, reflexiona Dani.

“No es solo tener un hijo, es tener la posibilidad de que Bernat se cure”

La incertidumbre desarma. Ese compás de espera desde que se implanta el embrión hasta que una analítica confirma o descarta el embarazo es de vértigo. Y ese embrión, el único apto del primer tratamiento, no prosperó. “Me hundí, fue como un duelo, sólo me animó saber que disponía de una segunda oportunidad”.

Si en la primera etapa consiguieron un embrión perfecto, en la segunda también. Sólo uno y era la última oportunidad. “Otro periodo de espera, todavía con mucha más pre

 

sión. Si no me quedaba embarazada aquí se acababa todo, la sanidad pública financia dos tratamientos y, si fallaba, no teníamos recursos para acudir a una clínica privada en el extranjero. A este momento se le llama la betaespera, pues la hormona que permite confirmar si hay gestación es la beta-hCG”. Once días de angustia, de mucho miedo.

Por fin llegó el día  “Uffff… Cuando me dijeron que estaba embarazada… Estaba tan contenta. Los médicos consideran que hemos tenido mucha suerte, nos daban muy pocas posibilidades, era tan complicado encontrar el embrión perfecto, quedar embarazada, que prosperase la gestación…” Natàlia respiró, pero se abría una nueva etapa también muy delicada.

 

“A Bernat le hemos contado que en un futuro su hermana podría ayudarle a sentirse mejor”

 

Bianca nacía por cesárea el 17 de febrero, con apenas 1,7 kilos de peso, por lo que fue necesario que pasara tres semanas en la incubadora. “Ha sido un milagro. Bianca está aquí, pero yo estaba destrozada, no pude despedirme de mi madre”. Nadie diría ahora que Bianca nació prematuramente. Es una niña vital, rolliza, que no se hace de rogar para tomar el biberón.

“Es un bebé sano. Qué alegría no tener que estar sufriendo, y Bernat está encantado con ella, la abraza, le da besos. Cuando están juntos están contentos.” El cordón umbilical con las células madre permanece congelado para cuando lo necesite Bernat.

El pequeño se encuentra en una etapa delicada, tantas transfusiones han alterado su bazo y ahora han empezado a medicarlo para proceder a la extirpación de este órgano entre finales del 2017 y principios del 2018, cuenta Natàlia. “Tenemos la esperanza de que con esta intervención pueda mejorar su calidad de vida, que se alarguen los periodos de transfusiones”.

Ahora se abre una nueva etapa en la que el curso que siga la enfermedad de Bernat determinará los pasos que dar. Queda un largo camino por recorrer pero con la esperanza de saber que, si es necesario, Bianca es la donante perfecta de médula ósea.

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